En un contexto en el que ciudades como Madrid, Barcelona o Málaga lideran los debates sobre el impacto del turismo en la vivienda y la vida urbana, un artículo reciente del diario británico The Guardian ha puesto en el centro del foco a una ciudad que suele estar fuera del radar de los elogios más sofisticados: Benidorm. La periodista Leah Pattem firma una defensa inesperada de este icónico enclave de la Costa Blanca, reivindicando su modelo como un ejemplo de sostenibilidad urbana y convivencia entre residentes y visitantes.

Lejos de los clichés habituales, Pattem invita a “olvidarse de los estereotipos” para analizar a Benidorm con nuevos ojos. “La reinvención de la ciudad a mediados del siglo XX como un centro turístico especialmente diseñado podría haber sido alguna vez controvertido, pero hoy parece sorprendentemente sostenible en el contexto de una emergencia nacional de vivienda”, afirma. En su análisis, contrapone el caso de Benidorm al de otras grandes ciudades españolas, como Madrid o Barcelona, donde el turismo masivo ha contribuido a una notable escasez de viviendas asequibles y a una creciente tensión social.

Una ciudad pensada para convivir con el turismo

Uno de los aspectos que más destaca The Guardian es el urbanismo planificado de Benidorm, que permitió absorber grandes flujos de visitantes sin expulsar a su población residente. Pattem subraya que, a diferencia de los modelos de “vive como un local” que han predominado en Madrid o Barcelona —y que han acabado desplazando a los vecinos—, la ciudad alicantina ha sabido mantener un equilibrio entre su identidad local y la demanda turística internacional. “Benidorm ha acogido durante mucho tiempo a un gran número de viajeros sin desplazar a los residentes al mismo ritmo que en otros lugares”, señala.

La periodista también recurre a su vínculo personal con la ciudad, relatando sus recuerdos de infancia durante unas vacaciones familiares en los años 90. “Recuerdo quedarme despierta hasta tarde para jugar al billar con un elenco rotativo de niños. Las barreras del idioma no importaban”, rememora.

Una postal de vida cotidiana

Más allá de la nostalgia, el reportaje ofrece una visión actual del día a día en la ciudad. Desde los primeros chapuzones de los vecinos mayores en la playa de Poniente hasta las sesiones matinales de yoga colectivo, Pattem describe una Benidorm vibrante, con un ritmo propio que no se rinde al frenesí turístico. “La multitud española se aleja de la playa principal hacia la Cala Almadraba o la Cala del Tío Ximo”, apunta, revelando una dimensión más auténtica y menos conocida del destino.

También la oferta gastronómica local recibe atención. Pattem recomienda ir más allá de la transitada calle Santo Domingo —repleta de bares de pintxos vascos— y explorar rincones menos conocidos pero más ligados a la vida española. “Más hacia el interior se encuentra un destino de tapas más sencillo y auténtico”, afirma, subrayando la diversidad de propuestas que la ciudad ofrece.

Reivindicación del modelo Benidorm

El artículo concluye con una reflexión que rompe moldes: “Benidorm lleva con orgullo su reputación de resort turístico, pero ofrece mucho más de lo que sugieren los estereotipos”, escribe Pattem. Lejos de la imagen superficial con la que suele asociarse al turismo británico en España, la periodista celebra que la ciudad haya sabido mantener viva la cultura española, la gastronomía local y un profundo sentido de pertenencia. Y lanza una advertencia implícita a otras urbes: lo que muchos miraban con recelo, podría esconder parte de la solución a uno de los mayores retos urbanos de nuestro tiempo.